Trasgénicos, cáncer y cintas de vídeo

Decisión polémica de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA por sus siglas en inglés), desacreditando el polémico artículo publicado el 19 de septiembre en el que se anunciaba una supuesta relación entre el consumo de maíz transgénico y una mayor incidencia de casos de tumores en ratas alimentadas con ese cereal con palabras muy duras: “Es de una calidad científica insuficiente para ser considerado válido”, afirma el organismo de la UE en un comunicado reproducido en una noticia de El Pais que incluye un vínculo al artículo, aunque no de acceso abierto, y al informe de la EFSA.

http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/10/04/actualidad/1349375273_164336.html

Aunque es evidente que, como ocurre con prácticamente toda la evidencia científica (aunque no se argumente con tanta vehemencia en casi ningún otro caso), el estudio debería ser replicado para contrastar su validez, se hayan tomado conclusiones tan firmes en su contra.

El valor principal del estudio es que realiza una evaluación de los efectos durante un plazo mucho más largo del habitual (17 meses en lugar de 3). Este aspecto ni se menciona en la noticia – ni siquiera para preguntarse por que ni la industria ni las agencias estatales, mejor dotadas económicamente que unos investigadores de una universidad, no había realizado experimentos a largo plazo hasta ahora.

Los principales defectos que se le achacan son poco convincentes: utilizar modelos de rata propensas a tener tumores no parece ningún disparate si lo que se quiere es aumentar la sensibilidad del experimento a efectos moderados, ya que se cuenta con una población experimental baja (y, si las ratas son propensas a tneer tumores, también deberían serlo en el control); que el número de animales era muy pequeño es algo obviamente mejorable, pero la difrencia no parece tan grande (40 en vez de 50) y, además, con un tamaño muestral bajo la sensibilidad del experimento (esto es, su capacidad de detectar efectos significativos) disminuye, no aumenta – salvo que el análisis sea realmente incorrecto.

Habra que fijarse con cuidado en el artículo para evaluar las otras pegas, que si podrían ser mas serias: la falta de controles para algunos de los supuestos analizados, o la falta de información sobre la ingesta de insecticida, otros posibles contaminantes, métodos de conservación de los alimentos y otros problemas metodológicos y estadísticos.

Mas sorprendente aun es la frase del reportero: «El dictamen no es una sorpresa, ya que la mayoría del mundo científico era de esa opinión, según manifestaron algunos de sus representantes a EL PAÍS.»

Bien,aquí está la noticia anterior – la que, segun el propio País, «El dictamen no es una sorpresa, ya que la mayoría del mundo científico era de esa opinión…» Judgad vosotros mismos:

http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/09/19/actualidad/1348077416_159661.html

Los reporteros entrevistan a un solo experto, español, y recoje la opinión de dos mas recogidas en una web científica (Science Media Center), y una cuarta en la que no queda claro si es directa o indirecta. Casi tantas opiniones como el mínimo de cualquier evaluación por pares (un editor y dos revisores), seleccionados por un periodista y tras una lectora necesariamente mas somera del artículo (salvo que la revista no haya hecho su trabajo).

Aquí está el perfil del primer entrevistado, que aparece en Wikipedia: «José Antonio López Guerrero (JAL) … es Profesor Titular de Microbiología en el Departamento de Biología Molecular de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), investigador y director del Departamento de Cultura Científica del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CBMSO) y colaborador de diferentes programas de cultura científica en radio, prensa rosa y televisión… Su trabajo de tesis sobre inmunovirología lo desarrolló en el CBMSO (1989, premio extraordinario 1990) para, a continuación, llevar a cabo dos estancias posdoctorales en el Centro de Investigaciones Biológicas (CIB-CSIC, 1990-1993) y en el Centro Alemán de Investigaciones Oncológicas (DKFZ, 1993-1996). Tras incorporarse a la UAM desarrolló varios cargos como profesor asociado y responsable de divulgación científica. En 2001 obtiene la plaza de profesor titular y desde 2003 dirige una pequeña línea de investigación sobre neurovirología.»

Veamos las pegas:
– El perfil del principal investigador, conocido por sus posturas antitransgénicos. Una pega importante, sobre todo si consideramos que una gran parte de los trabajos anteriores que concluían lo contrario fueron financiados o ejecutados por la empresa que produce los organismos transgénicos evaluados. Lo que se le pide a un científico no es que no tenga una opinión, es que la evalue críticamente en base a datos recogidos de forma replicable.
Y, considerado las denuncias crecientes sobre conflicto de intereses en la investigación financiada por grandes empresas del ramo, como esta:
http://www.principiamarsupia.com/2012/09/24/como-las-farmaceuticas-enganan-a-medicos-y-pacientes/
Pues una crítica así da un poco de prevención, cuanto menos.

– «La revista no es de un gran índice de impacto.» Sin comentarios. Un bonito ejemplo de como el índice de impacto se está utilizando para resucitar el criterio de autoridad: si la revista no tiene impacto, podemos ignorar la evidencia.

– «Sería deseable que se repitiera con controles mejores y en más número. Con los del artículo, no se pasaría un análisis estadístico serio.» Podría ser cierto, aunque hubiera sido estupendo recibir alguna indicación sobre por qué unos análisis publicado en una revista que, segun el mismo artículo, » ha publicado otros estudios elaborados por la empresa estadounidense Monsanto –fabricante tanto del transgénico como del herbicida analizados- en los que se niega la toxicidad de los alimentos transgénicos», no son serios.

– “… ese tipo de rata, la Dawley, y es muy sensible a las mutaciones». Bueno, uno diría que no es descabellado utilizar un organismo así para evaluar, sonre una población pequeña, el riesgo que supondría un producto sobre una población mucho mayor. Una mayor sensibilidad a las mutaciones introduciría sesgos cuantitativos, no cualitativos, en la comparación tratamiento-control.

-“en Estados Unidos, en 20 años, no ha habido ni un solo caso de ingreso hospitalario por consumo de transgénicos. En cambio, cultivos ecológicos como el de los brotes de soja en Alemania que causaron la falsa crisis del pepino han acabado con muertos”. Este argumento es claramente falaz. Si la consecuencia del consumo de un cierto producto es aumentar el riesgo de cancer, nunca se producen igrasos atribuíbles a ese producto – tan solo podrían aparecer en estudios epidemiológicos posteriores. Y la falsa crisis del pepino se debia a un microorganismo patógeno, algo totalmente distinto a un agente que aumenta el riesgo de cancer.

– “No estoy dispuesto a aceptar estos resultados a no ser que se repliquen [que otros grupos científicos los repitan] de manera apropiada”. Totalmente cierto: de este y de todos los «descubrimientos». Lo que no se es por que se olvidan de decirlo cada vez que anuncian un nuevo tratamiento contra el cáncer, o nuevas y prometedoras vacunas, o la clonación de diversos organismos, casi siempre en estadíos muy preliminares de la investigación.

Es muy posible que todas estas críticas de la EFSA al artículo científico en cuestión sean correctas. Lo importante es que los dos artículos de El País no permiten formarse una oopinión sobre si lo son o no, ni por qué. En ese sentido, el artículo falla en hacer lo que se le exige a cualquier información científica, así sea de divulgación: ayudar al lector a formarse una opinión por si mismo, basada en una exposición objetiva de los hechos y las opiniones.

(Por si las dudas: la opinión del eurodiputado verde, José Bové, también es de traca – como lo es la insistencia de los medios, las agencia y los políticos en hablar de «los transgénicos» como si fueran lo mismo modificar una planta para poder petarlas de herbicidas y pesticidas, que modificar una planta o animal para que produzca vitaminas o medicamentos, para aumentar su tolerancia a la salinidad, u otras cosas que si son útiles).

He evitado premeditadamente esperar a leer el artículo original para escribir este post, porque lo que quiero destacar es las dificultades que tiene el público general, incluso aquel informado y educado, en interpretar la información científico-técnica que publican nuestros medios – más aún en temas tan relevantes como el control estatal sobre grandes decisiones económicas que afectan a nuestra salud. Pero, si a alguien le parece interesante, sería estupendo discutir también el artículo y aquellos que lo precedieron.

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